febrero 01, 2008

XXY. 2007

Dirección: Lucía Puenzo.
Drama.91 min.
Argentina, España y Francia.

Interpretación: Ricardo Darín (Kraken), Inés Efron (Alex), Martín Piroyanski (Álvaro),Germán Palacios (Ramiro), Valeria Bertuccelli (Suli), Carolina Peleretti (Erika).
Guión:
Lucía Puenzo; basado en un cuento de Sergio Bizzio.
Producción:
Luis Puenzo y José María Morales.
Música:
Andrés Goldstein y Daniel Tarrab.
Fotografía:
Natasha Braier.
Montaje:
Alex Zito y Hugo Primero.
Dirección artística:
Roberto Samuelle.
Vestuario:
Manuel Morales y Luisina Troncoso.
La naturaleza y su complejo e inexplicable proceder, nos hace cuestionarnos, con gran frecuencia, sobre el poder que ejerce sobre nosotros y el que nosotros ejercemos sobre ella. Y es que no siempre es fácil encontrar respuestas, cuando no es nuestra directamente, la responsabilidad de decidir. Encontrar una solución a algo que ni siquiera sabemos si al afectado le resultará en problema.
Y aunque se presuma del amor paternal que, se argumentará, siempre busca el beneficio de sus hijos, no siempre sus decisiones resultan lo mejor para ellos. P
odemos comenzar por los nombres, que no siempre son del agrado de quienes responden a ellos. Continuamos con los gustos físicos, cortes de cabello por ejemplo, los hábitos alimenticios, por los cuales muchos pierden la fascinación de determinados platillos, hasta la sexualidad.
Y es en este punto donde se hace aun más honda la brecha que separa lo que es mejor para los vástagos de lo que los padres deciden para ellos.
Vivir con un sentimiento de culpa nos vuelve impotentes y nos mete en la cabeza la idea de solucionar el supuesto "problema" creado por nuestra causa. Añadida a esta impotencia nos encontramos ante una sociedad escandalizada, bastarda y voraz que nunca se frena y ataca con brutalidad despiadada ante lo que siempre le resulta diferente, extraño, anormal. Es poco a lo que se enfrentan estos padres, comparado con la compleja decisión de decidir el futuro de Alex, arrastrada desde el día de su nacimiento.
Pero en este juego de identidades encontramos a toda la sociedad: la miedosa, la apática, la madura, la inconciente, la honesta, la desorientada, la aterrada, la incómoda, la convenenciera, la machista, la homosexual, la amistosa, la amorosa, la que nunca tiene misericordia, la sociedad en sí.

Y es por eso que algo tan complejo resulta una interesante reflexión hecha cine, llevada de la mano de la hija de uno de los mejores cineastas y que se nota la entrega que hace en ésta su ópera prima. Y entonces nos extasiamos con el trabajo que hace Lucía Puenzo de un tema casi desconocido: el hermafroditismo. Pero también nos abre la puerta a todo un mundo de la sexualidad y las dificultades que implican decisiones de tal naturaleza. Y nos recuerda también, que la naturaleza, nunca va a dejar de maravillarnos o en el mejor de los casos, sorprendernos.