diciembre 15, 2014

EL CHICO DE LA ÚLTIMA FILA

"Desde la última fila nadie te ve, pero tú los ves a todos..."

La curiosidad es inherente a los animales, pero los humanos le damos un toque de suspicacia y fetichismo. Nos gusta vivir a expensas de los demás porque creemos que nuestra vida por sí misma es muy aburrida, entonces miramos la televisión y compramos el TVyNovelas para vivir por extensión en la vida de los otros. Nos alegramos al enterarnos que Angélica Rivera se compró una casa blanca enorme, aunque como buenos extensores, nos indignamos cuando alguien alza la voz y cuestiona la procedencia de dicho inmueble. Somos simples repetidores de la vida ajena, replicadores de voces que no son nuestras.
Siempre esperamos el factor sorpresa en los otros. Nos satisfacen los gritos del vecino y las infidelidades de los protagonistas de nuestra telenovela favorita y secretamente soñamos con el momento en que eso mismo nos ocurra a nosotros, sin importar que pudiera ocasionarnos algún daño emocional, para eso está la vida de los demás, para copiar sus actitudes y resolver -si lo resuelven- del mismo modo que ellos.
Esa es la situación y la historia de Claudio (Jorge Caballero), quien de manera inesperada irrumpe en la vida de la familia de Rafael Artola (Mauro Sánchez Navarro) a partir de un escrito con alto contenido literario que Germán (Luis Miguel Lombana), profesor de ambos chicos, descubre en la redaccción de Claudio sobre un trabajo titulado: "Mi pasado fin de semana". A partir de ahí, ese pasado se va tornando en el presente de los personajes que se va modificando al antojo del profesor, que vive en la extensión de ese alumno suyo en el cual ve un futuro que no le corresponde, este chico silencioso que escribió la redacción y que se sienta en la última fila, un peligroso viaje iniciático en el que se verán involucradas las personas que tienen a su alrededor.
Pero la obra encierra más que eso, es una obra que configura todo lo que muchas obras desean: una historia bien contada y atemporal, una crítica a los estándares sociales que se van dictando según el antojo de quienes tienen el don de la palabra. Un viaje literario y exquisito que nos evoca a muchas grandes obras a partir de las cuales hemos vivido también. Una crítica lacerante a eso que los modernos llaman: arte contemporáneo. "La gente necesita que le cuenten historias, sin cuentos, la vida no vale nada". No importa que esas historias no enseñen nada o sea poco menos que una mierda, o algo más que arte contemporáneo. Juega con todos los frentes, una sátira al consumismo, a los productos chinos, a la clase media parsimoniosa y banal, cuya vida sin chiste es monótona y aburrida. Una mirada a la vida ajena de una familia que parece perfecta, hasta que descubrimos que ninguna lo es, porque la imperfección es lo que nos caracteriza como seres humanos.
Con un glorioso elenco que no podía engranar mejor a partir del colmillo escénico de Mantilla Molina, El Chico de la Última Fila es una obra que querrás ver de principio a fin, al filo de la butaca de la primera fila, con un final en la que el lector/espectador/voyeurista no se espera y, sin embargo, sabe que no podría acabar de otra manera. Como todo buen final. Necesario e imprevisible. Inevitable y sorprendente. Un final que reconfortará al lector... o que lo dejará herido. 

EL CHICO DE LA ÚLTIMA FILA de Juan Mayorga. 
Dir. José María Mantilla
Actúan: Anna Ciocchetti, Carlos Corona, 
Luis Miguel Lombana, Paloma Woolrich, 
Jorge Caballero y Mauro Sánchez Navarro 
Lunes: 20:00 hrs.
Sala Chopin. Álvaro Obregón #302-A esq. Oaxaca, Col. Roma, México, DF 06700 1er piso
Metro Chilpancingo
Hasta el 15 de diciembre
Duración: 100 minutos

www.salachopin.org.mx