Título
original: Amour
Dirección: Michael Haneke
Reparto: Jean-Louis Trintignant, Emmanuelle Riva, Isabelle Huppert, William Shimell, Ramón Agirre, Rita Blanco, Alexandre Tharaud, Laurent Capelluto, Carole Franck, Dinara Drukarova.
Guión: Michael Haneke
Dirección: Michael Haneke
Reparto: Jean-Louis Trintignant, Emmanuelle Riva, Isabelle Huppert, William Shimell, Ramón Agirre, Rita Blanco, Alexandre Tharaud, Laurent Capelluto, Carole Franck, Dinara Drukarova.
Guión: Michael Haneke
Duración: 127 min.
Coproducción Les Films du Losange / X-Filme Creative Pool / Wega Film /
France 3 cinéma / ARD degeto / Bayerischer Rundfunk / Westdeutscher Rundfunk /
Canal + / France télévisions
Drama
Francia-Alemania-Austria,
2007
Es gracioso… Quizás no deba decírtelo; quizás te avergüence, pero cuando
llegué aquí, hace un rato, recordé cuando de niña los escuchaba hacer el amor.
Para mí, en ese momento, era tranquilizador. Tenía la sensación de que se
amaban, y que estaríamos siempre juntos.
Eva (Isabelle Huppert)
Las
historias de amor acostumbran terminar con un final feliz. Eso hemos aprendido
a lo largo de nuestra infancia, en las películas nos lo dicen en un claro y
contundente mensaje: vivieron felices por siempre. Pero sabemos que
‘siempre’ es mucho tiempo. ¿Cuál es la verdadera felicidad? Cada persona la
narraría según su perspectiva, sus metas y sus proyectos de vida, a partir de
cómo le ha ido en el transcurso de sus días. Haneke lo hace también, a su
manera. Aquella que nos dice que la felicidad está aderezada con esa realidad
aterradora y desolada.
Quien
busca en Amour una historia que trata sobre lo maravilloso que es
estar enamorado puede estar confundido. Lo mejor es anticipar en la taquilla
que ésta no es de esas películas. Digo, puede pedirse otra película que pueda
hablar de eso, hay muchas de ese tipo, así el espectador no abandona la sala a
mitad de la función y nos permite a los demás hundirnos y lacerarnos con el
sufrimiento que nos provoca, a propósito claro está, la cinta de Michael
Haneke. Porque Amour no es sobre las bondades del amor y la
reconciliación, o quizá sí. Porque eso también es el amor, las lecciones que
nos da a cada la vida a cada paso que damos y nos obliga a tomar decisiones que
pueden terminar con una relación amorosa. Amor también es sufrir para poder
gozar, debe doler para sentir alivio, debe ser angustiante para sentir el
confort, debe mutilar para poder sanar en la recuperación.
Quienes
han seguido el cine de Haneke o conoce alguno de sus filmes, se va a sorprender
nuevamente. No es el extremo como La Pianista, tampoco agresiva
como Funny Games -en México Juegos Sádicos-. Es
curiosamente la película más expresiva de sus cintas, con más historia, pero al
mismo tiempo más desoladora. Esta vez, la pareja protagonista, nuevamente
George y Anne fiel a su costumbre, son un par de ancianos profesores de música,
que continúan enamorados al pasar de los años, como si fuera la primera vez.
Una lección de amor digna de Disney, pero el mismo director nos recuerda que no
lo es. Un par de monstruos en la actuación nos enseñan lo cruel y despiadada
que es la vida misma, Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva
–nominada al Óscar por mejor actriz-, nos dan una cátedra de actuación y nos
avientan a las profundidades horrorosas de la decadencia de los seres humanos,
de la mano de su director por supuesto.
Los
profesores ancianos, retirados para disfrutar su vejez en tranquilidad y salva
paz en su departamento parisino, son arrastrados a un remolino que no tiene
salida más que la profundidad del mismo. Una enfermedad altera esta realidad
aparentemente bella que comienza a carcomer los cuerpos de los viejos, los
arroja a las fauces del tiempo, implacable como él solo, y los pone en una encrucijada
en la que se pone a prueba la capacidad del ser humano y su complejidad para
tomar decisiones. Aquí los ancianos no son nada. No tienen esa experiencia que
se espera de ellos, no son los sabios consejeros, antes son personas que se
aman y que en el acto más desesperado de amor, cometen actos que pueden parecer
atroces, pero que indudablemente eso también es amor, una toma de conciencia
que no nos permite criticar porque para decidir hay que estar en la piel del
otro.
Este
es un cine muy diferente al que nos tiene acostumbrados Haneke, o quizá no,
porque nos sigue sorprendiendo, igual que la primera vez, como en el amor.
1 comentario:
Me parece exquisita tu reseña, motiva a acudir al cine!!
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